... y al recibirla con su mano, se enterró una espina cerca al pulgar.
Comenzó a sangrar.
No se imaginaron que de tan pequeña herida punzante,
tal cantidad de sangre pudiera brotar.
Roja quedó su mano y de él, pálido el talante.
Nunca superó los cargos por homicidio con arma roja.
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