2 de febrero de 1996

Lo bello y peligroso de la rosa

... y al recibirla con su mano, se enterró una espina cerca al pulgar.
Comenzó a sangrar.
No se imaginaron que de tan pequeña herida punzante,
tal cantidad de sangre pudiera brotar.
Roja quedó su mano y de él, pálido el talante.
Nunca superó los cargos por homicidio con arma roja.

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